El Lechugal, un paraíso productivo de Eldorado

Provinciales 30 de agosto de 2021 Redacción RMM Redacción RMM

Con el sol alto de la media mañana del fin de agosto recorrimos la Picada Maestra –en el kilómetro 14, hasta llegar al Lechugal, la original denominación con la que distingue el emprendimiento productivo hortícola de Mario Hut, hijo de Carlos, un reconocido productor yerbatero eldoradense ya fallecido hace un tiempo.

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Desde la calle se observa una planicie teñida de distintas tonalidades de verdes en prolijas hileras de 80 metros de largo. Allí crecen cebollitas de verdeo, acelgas, remolachas, perejil, orégano, zapallitos de tronco, pepino y la reina del lugar: la lechuga. La superficie del área cultivada supera la hectárea y todo se inició hace 8 años, “en ese entonces comenzamos con menos de la mitad de cultivos y era todo muy artesanal. Hicimos las primeras pruebas y vimos que podíamos alcanzar el objetivo de producir para abastecer. Entonces fuimos ampliando más, azada en mano y trabajando de sol a sol”, recuerda Mario Ramírez, oriundo de San Vicente y radicado de niño con su familia en Eldorado. “Siempre trabajé en la chacra, sembrábamos y teníamos animales; es una tradición familiar”. Años después Mario comenzó a trabajar en el mantenimiento de los antiguos yerbales de Carlos Hut, para luego sumarse al proyecto hortícola, “ahora tengo 47 años y dediqué mi vida a los cultivos”, confiesa en un alto de la minuciosa tarea con la azada, quitando los yuyos y esquivando las mangueras de riego. “El sistema de riego por goteo se instaló en marzo de 2020, anteriormente el riego se hacía a través de picos giratorios, pero no funcionaban bien. Y antes de eso con regaderas; nos pasábamos la tardecita regando”.

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En el Lechugal producen sus propios plantines tras la siembra de selectas semillas, que utilizan luego en el reemplazo de las verduras comercializadas. “Encontramos la forma de establecer ciclos de cultivo, para que todo sea continuo, no falte producción y podamos cumplir con los compromisos”, nos cuenta Ramírez. Es que una veintena de verdulerías locales esperan día a día la llegada de los cajones repletos de productos y no se les puede fallar; a ellas llegan un centenar de mazos de gran calidad.  

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Para el enriquecimiento de la tierra utilizan abono producido en el lugar de manera orgánica y controlan las plagas con viejos preparos naturales heredados de ancestrales saberes. Se valen de un viejo tractor Hanomag y equipamiento diseñado a medida, como una rastra adaptada y otros implementos muy originales, para llevar a cabo diferentes tareas en los sembradíos. 

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Entre un raleado yerbal, se cultiva mandioca que luego se pela y se comercializa con gran éxito, “en este proceso lo más difícil era lavar la mandioca, así que ahora tenemos una vieja mezcladora a la que le adaptamos unos elementos y hacemos el lavado mucho mejor y más rápido. Después nos sentamos y dedicamos nuestro tiempo a pelarlas a mano, no queda otra”, nos cuenta Ramírez. 

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El Lechugal lejos está del límite de su capacidad productiva; por el contrario, un nuevo proyecto es asumido como el desafío más importante para Hut. “Hay muchos cultivos que queremos hacer y por su particularidad necesitamos que sea bajo cubierta. Ya estamos comenzando a construir un invernáculo que tendrá 15 metros por 6 metros en el sector más cercano al arroyo, donde ya tenemos preparado un tajamar. Ahí colocaremos un tanque elevado y a través de una bomba impulsaremos el agua para el riego a goteo. Tomates, morrones y otras verduras vamos a poder hacer también”, adelantó Ramírez.

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“Seguro que vamos a tener que esforzarnos un poco más, pero ya estamos acostumbrados, este trabajo nos obliga a estar de lunes a lunes, porque un día que no venís aparecen indicios de bicherío y siempre es necesario azadear para controlar los yuyos. A veces nos cansamos, pero sabemos que estas verduras son sanas y llegan a las mesas de muchas familias, y es nuestra forma de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta”, aseguró mientras llevaba una frondosa ración alimentos al chiquero. Era el mediodía. Y en el Lechugal todo se aquieta bajo el sol radiante. Un paraíso productivo de Eldorado crece esperanzadamente.

Red de Medios Misiones l Eldoradoalmundo.com.ar

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