La NASA estudia incorporar aviones supersónicos para vuelos comerciales

Mundo 26 de agosto de 2023 Redacción RMM Redacción RMM

Actualmente, los aviones más veloces de las aerolíneas comerciales vuelan a 965 kilómetros por hora, pero la agencia espacial estadounidense detectó potencial para viajar a la velocidad del sonido en más de 50 rutas del mundo. Se podría ir de Buenos Aires a Europa en menos de 3 horas.
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La NASA investiga la posibilidad de avanzar en la incorporación de aviones con pasajeros que viajen a la velocidad del sonido en más de 50 rutas de compañías aéreas comerciales. En caso de concretarse, los vuelos entre distintos puntos del globo se acortarían a un tiempo nunca antes visto, por lo que eventualmente se podría llegar de Buenos Aires a Europa en menos de 3 horas.

“La NASA está explorando si el mercado comercial podría admitir viajes a tales velocidades”, confirmó la agencia espacial estadounidense en un comunicado oficial, en donde señaló que a partir de los datos arrojados por el avión X-59, de la misión Quesst, el sueño de cambiar el paradigma del vuelo supersónico terrestre “teóricamente” podría llevarse a cabo.

 Los aviones de pasajeros más grandes de hoy vuelan a aproximadamente 965 kilómetros por hora (km/h), es decir, alrededor del 80% de la velocidad del sonido. Según la NASA, en teoría, se podría viajar entre 2.470 y 4900 km/h al nivel del mar.

Como Estados Unidos y otros países prohíben los vuelos supersónicos sobre tierra, los estudios cubrieron los viajes transoceánicos, incluidas las rutas del Atlántico Norte de gran volumen y las que cruzan el Pacífico. De convertirse en realidad los vuelos supersónicos, los pasajeros podrían atravesar el océano con un vuelo y viajar, por ejemplo, de Buenos Aires a Europa en menos de 3 horas.

Mach 1 es la unidad de medida con la que se denomina al equivalente a la velocidad del sonido. Por lo tanto, Mach 2 es dos veces esa velocidad; Mach 3, el triple, y así sucesivamente. “Llevamos a cabo estudios conceptuales similares hace más de una década a Mach 1.6-1.8, y las hojas de ruta resultantes ayudaron a guiar los esfuerzos de investigación de la NASA desde entonces, incluidos los que condujeron al X-59”, dijo Lori Ozoroski, gerente de proyecto del Proyecto de Tecnología Supersónica Comercial de la NASA.

“Estos nuevos estudios refrescarán esas miradas a las hojas de ruta tecnológicas e identificarán necesidades de investigación adicionales para un rango más amplio de alta velocidad”, agregó.

¿Qué tan cerca se está de viajar a la velocidad del sonido en vuelos comerciales?
Según informó la NASA, su Programa de Vehículos Aéreos Avanzados (AAVP) ahora está avanzando a la siguiente fase de la investigación de viajes de alta velocidad. Así, la agencia espacial está próxima a firmar dos contratos de 12 meses con empresas para desarrollar diseños conceptuales y hojas de ruta tecnológicas, donde se explorarán las posibilidades, delinearán los riesgos y desafíos, e identificarán las tecnologías necesarias para hacer realidad los viajes Mach 2-plus.

Boeing lidera el primer equipo, con los socios Exosonic, GE Aerospace, Georgia Tech Aerospace Systems Design Laboratory, Rolls-Royce North American Technologies y otros. Por su parte, Northrop Grumman Aeronautics Systems encabeza el segundo equipo, con los socios Blue Ridge Research and Consulting, Boom Supersonic y Rolls-Royce North American Technologies.

El trabajo es arduo, dado que se deben definir cuáles son las condiciones necesarias específicas para que el fuselaje, la potencia, la propulsión, la gestión térmica y los materiales compuestos pueden resistir velocidades supersónicas altas.

“Somos colectivamente conscientes de la necesidad de tener en cuenta consideraciones de seguridad, eficiencia, económicas y sociales. Es importante innovar de manera responsable para devolver beneficios a los viajeros y no dañar el medio ambiente”, expresó Mary Jo Long-Davis, gerente del Proyecto de tecnología hipersónica.

Una vez que se complete la fase de participación de la industria, la NASA y sus socios industriales y académicos decidirán si continúan la investigación con sus propias inversiones.

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