Tragedia del Kruse: espera desde hace casi 3 meses que su esposa salga de terapia: “No la voy a abandonar, yo la quiero mucho»

General 15 de diciembre de 2021 Redacción RMM Redacción RMM

El pasado 23 de septiembre Esteban Fariña y Viviana Medina Garcete viajaban de Montecarlo a Candelaria y el colectivo despistó, Esteban sufrió algunos golpes, pero Viviana resultó con lesiones más graves que hicieron que desde hace 82 días esté internada en terapia intensiva del hospital Madariaga. Desde ese día, el hombre espera en el patio del hospital por la recuperación de su esposa.

Esteban, una de las víctimas de la tragedia del Kruse no abandonó a Viviana en ningún momento, y cada día por la mañana, se lo puede ver en el patio del hospital Madariaga, siempre acompañado de uno o más de sus hijos, contó a Misiones Online su historia de amor, y las esperanzas que tiene de volver a ver a bien a su esposa, “que ella se mejore, es el único deseo. Con toda mi familia no le abandonamos nunca, jamás. Y no le voy a abandonar, voy a estar hasta el último día, porque es una mujer fuerte, y la quiero mucho. Luchó conmigo para tener un hogar, es una mujer feliz, yo no puedo hablar de otra cosa”.

“A mi señora le conocí en el año 1976, y de ahí que vivimos juntos, tengo con ella 10 hijos, dos guainas y 8 varones, uno de ellos fallecidos. Pero, yo tengo 5 hijos más con otra señora, y ella tiene otros 3 hijos. Todos me dicen papá”, contó Esteban sobre como formaron esta gran familia ensamblada.

Y agregó que después del accidente, todos sus hijos se preocuparon por ellos, “nunca me dejaron tirado, porque me adoran mis hijos, a la mamá también”.

El viaje que iba a ser una sorpresa

El día del accidente, Esteban y Viviana tenían la intención de sorprender a uno de sus nietos. En Montecarlo, “tomamos el Kruse, y ahí no sé qué pasó, nos cambiaron a otro colectivo. Y veníamos felices con mi señora. Siempre le visitábamos a todos”, recordó.

Continuó contando que, “cuando veníamos por Roca, yo escuche el ruido, pero no sé qué era. Salimos enderazando la curva, y cuando me di cuenta ya estábamos chocando el guarda rail. y terminó el recorrido. Mi señora estaba a lado mío, no sé cómo voló”.

Esteban dijo que siempre que viajaban se ubicaban en la parte de abajo del colectivo, muy cerca de la puerta, “y ese día me puse el cinturón, ella estaba a lado mío, venia dormida prendida por mí. Estábamos felices por ver a nuestro nieto”.

Luego de que el colectivo terminara su recorrido tras el accidente, “veo a mi señora cerca del baño, desparramada. Yo no sabía cómo ayudarle. Me saqué el cinturón, le dije, ‘¿está bien la vieja?’, y no me hablo”.

En la desesperación, el hombre intentó ayudar a su pareja y le vuelve a preguntar si estaba bien, “ella me hablo en ese momento y me dijo ‘y usted ¿está bien?’, si le dije, no me paso nada. Me dijo, ‘yo rogué a Dios y a la Virgen para que no te pase nada’. Ahí esperamos a que alguien nos ayude”.

Las primeras atenciones en Roca

Luego del accidente, Esteban y Viviana estaban entre los pasajeros que fueron derivados en una primera instancia al hospital de Roca, allí según recuerda el hombre a él lo atendieron antes que, a su pareja, “me pusieron una inyección, y me dieron una pastilla, porque yo estaba mal me dijo la enfermera”.

Mientras que Viviana “estaba acostada, en una camilla, y nadie le hizo caso porque dijeron que ella estaba bien. Después ella (Viviana) me llamo y me dijo, ‘traeme gotita’, para que le digo yo, ‘para poner por mi lengua’, me dijo. Y ahí me mostro que le sangraba. Yo no sé si le entro algo acá, (señalando el cuello), o qué. Le llame urgente a la enfermera, vinieron corriendo a atenderle. Y ahí en una ambulancia nos trajeron, a Posadas. De ahí, ella no me hablo más”.

Luego de las primeras atenciones en el hospital Madariaga, a Esteban le dieron el alta médico, pero Viviana ingresó a la terapia intensiva, donde se encuentra desde hace casi 3 meses. Uno de sus hijos contó que el pronóstico de los médicos es diario.

Hay días en que “ella se comunica con nosotros a través de gestos, y hay otros en que la sedan. Así que acá es esperar el diagnóstico cada día”, contó Máximo, uno de los hijos de la pareja.

Un viaje diario desde Candelaria

“El dolor de corazón que tengo desde ese día (no puede explicar), lloro día y noche, no hay consuelo para mí. Desde ese día yo me quede en Candelaria, en la casa de mi hijo, yo vengo cada vez que puedo a verle”, relató Esteban.

Cada día, alrededor de las 10 de la mañana, los médicos del hospital Madariaga brinda el diagnóstico de los pacientes que están internados en la Terapia Intensiva, y entre ellos las novedades sobre la salud de Viviana, “yo no sé cómo está ella, el informe siempre recibe mi hijo o mi nuera, quien esté conmigo. Yo no me comprometo con eso porque yo me olvido, me dicen bien la cosa, salgo de ahí y me olvido”, dijo Esteban.

El hombre está siempre acompañado por alguno de sus hijos, nietos o sobrinos, “a veces somos 10 o 20 acá, y no podemos entrar todos”, dijo.

Para Esteban lo único importante es ver a Viviana, “la espero todo el tiempo acá, tengo una esperanza de amor, de cariño, de fe. Le pido a Dios y a la Virgen que me dé esa suerte, que le haga revivir, para que yo sea feliz”.

Actualmente, la familia no recibe ningún tipo de asistencia económica, los viajes diarios desde Candelaria pagan los propios hijos, con aportes de algunos vecinos de Montecarlo, y otros familiares. Mientras que otro de los hijos se hizo cargo de la chacra que la pareja tiene en Montecarlo.

Además, los hijos contaron que han contratado un abogado para que les ayude en las cuestiones legales con respecto al accidente, “porque desde la empresa no se acercó nadie”, dijo Máximo. Y que actualmente, su padre está recibiendo asistencia psicológica por parte de la línea 149.

La esperanza puesta en la Navidad

El mes de diciembre para la familia Fariña, siempre sido un mes de celebraciones, “el 17 de diciembre ella va a cumplir 67 años, y el 25 yo voy a cumplir 74 años”, dijo Esteban.

Y agregó, “todas las navidades pasábamos todos juntos, éramos felices. Ahora no es lo mismo, estoy esperando, esa es la ilusión que tengo, ver bien a mi señora, quiero que volvamos a ser una familia unida y feliz, no importa como sea”.

El hombre también se refirió a la responsabilidad de la empresa en el hecho, “yo no espero que la empresa pague nada, lo único que quiero es que ella viva. Yo no necesito esa plata, yo necesito vida, amor. Cada uno (de sus hijos) tiene su pareja y yo ¿cómo voy a vivir sin alguien que me entienda todo el tiempo?, nadie me va a dar lo que ella me da”, concluyó con lagrima en los ojos. (Misiones Online)

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