Israel y Hamás acuerdan un alto el fuego en Gaza tras 11 días de hostilidades

El Gobierno israelí y la milicia palestina anuncian que el cese de los combates entra en vigor a primera hora del viernes

Mundo20 de mayo de 2021Redacción RMMRedacción RMM

El Gabinete de Seguridad de Israel, órgano gubernamental que decide sobre las ofensivas militares, ha aprobado en la noche de este jueves un acuerdo de alto el fuego en Gaza tras 11 días de enfrentamientos con las milicias palestinas. El Gabinete aceptó la propuesta de mediación de Egipto para un cese de los combates “recíproco, simultáneo y sin condiciones”. La entrada en vigor de la tregua permanente –bajo el principio de calma en el frente a cambio de calma en las filas del adversario–, se producirá a las 2.00 del viernes (la 1.00, hora peninsular española), según aseguró un portavoz de Hamás en la Franja palestina y adelantó la prensa hebrea.

 
La televisión estatal egipcia también se refirió a la misma hora para el inicio el cese de hostilidades, pero el Gobierno israelí advirtió de que aún no se había establecido el momento exacto de mutuo acuerdo. Mientras se anunciaba el alto el fuego, ambas partes prosiguieren los ataques esporádicos, al tiempo que los mediadores egipcios ultimaban los detalles de su aplicación en Jerusalén, ante las autoridades hebreas, y en Ramala, sede de la Autoridad Palestina. “La resistencia palestina cumplirá el cauro mientras lo cumpla el poder ocupante (por Israel)”, aseguró a Reuters un portavoz de Hamás. Un comunicado oficial israelí enfatizó que “la evolución e la realidad sobe el terreno determinará el futuro de las iteraciones militares”.

Las hostilidades habían proseguido sin amainar el jueves en Gaza mientras se intensificaban las negociaciones para alcanzar un acuerdo de alto el fuego. Sin apenas disparos de cohetes hacia Israel durante horas y con los ataques de la aviación israelí cada vez más espaciados y concentrados sobre objetivos militares de Hamás, la escalada bélica de Gaza se encaminaba al inicio del jueves hacia un principio de alto el fuego. La presión ejercida el miércoles hacia Israel por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para forzar una inmediata desescalada pareció haber surtido efecto. Al menos durante la madrugada anterior, no se produjeron bombardeos aéreos ni lanzamientos de proyectiles. Pero la lógica de la guerra de golpe por golpe se impuso en ambos bandos, que reanudaron las hostilidades durante la jornada.

Musa abu Marzuk, dirigente de Hamás, el movimiento islamista que gobierna de facto en Gaza, fue quien más claramente detalló las exigencias islamistas en una entrevista emitida por un canal de televisión libanés durante la noche del miércoles. Como condiciones, Hamás exigió a Israel que no vuelva a penetrar con sus fuerzas de seguridad en la mezquita de Al Aqsa de Jerusalén, tercer lugar sagrado del islam, y cancele los procesos de desahucio contra decenas de familias palestinas amenazadas con ser expulsadas de sus viviendas en el barrio de Sheij Yarrah, al norte de la Ciudad Vieja.

Mientras el Gobierno de Netanyahu reiteraba durante todo el día el mantra de que las operaciones militares no se iban a detener hasta completar todos sus objetivos, los jefes del Ejército hebreo reconocían ya a los analistas de defensa de la prensa israelí que la misión estaba prácticamente cumplida en Gaza. La destrucción de gran parte de las capacidades ofensivas y defensivas de Hamás y la Yihad Islámica, la eliminación física de muchos de sus comandantes y la reinstauración de la aplastante disuasión bélica de Israel son el resultado de una confrontación asimétrica que parece próxima a su fin.

Un aluvión de más de 4.000 cohetes –incluso sobre el corazón económico del país en la región de Tel Aviv, con decenas de miles de civiles huyendo hacia los refugios antiaéreos– ha sido el precio a pagar por Israel, que ha contabilizado oficialmente 12 muertos (entre ellos dos menores) por el impacto de proyectiles en su territorio. Cientos de bombardeos aéreos y de artillería han arrasado manzanas enteras de casas y torres de oficinas en el enclave palestino, donde han perdido la vida 232 personas, incluidos 65 niños y 39 mujeres, según el Ministerio de Sanidad palestino. Portavoces castrenses israelíes aseguran que más de 160 de los fallecidos en sus ataques son milicianos islamistas. El Comité Internacional de la Cruz Roja y la Organización Mundial de la Salud han llamado a dar un urgente respiro a la población civil tras 11 días de bombardeos.

Mientras se ha ido reduciendo paulatinamente desde el lunes la intensidad de las hostilidades y la lista diaria de bajas, la diplomacia ha intentado abrirse paso hacia un alto el fuego. El enviado de Naciones Unidas para Oriente Próximo, Tor Wennesland, se reunió en Qatar, país también involucrado en la mediación, con el máximo líder de Hamás, Ismail Haniya.

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En Jerusalén, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, se reunió con Netanyahu, a quien le expresó el pleno apoyo de Berlín al derecho de Israel a defenderse, al tiempo que responsabilizó a Hamás de haber desatado la escalada bélica. El disparo de siete misiles desde Gaza sobre la región de Jerusalén el pasado día 10 desencadenó la ofensiva israelí a gran escala. Durante el reciente mes de Ramadán, los enfrentamientos con la policía registrados en la mezquita de Al Aqsa encendieron los ánimos en la comunidad palestina, incluida la que vive en Cisjordania y la que cuenta con nacionalidad israelí. El ministro Maas respaldó ante el primer ministro israelí “los esfuerzos internacionales en favor de un alto el fuego, a la vista del rápido aumento de las víctimas civiles”, antes de ser recibido en Ramala, sede de la Autoridad Palestina, por el presidente Mahmud Abbas.

La Asamblea General de la ONU también se reunió de urgencia este jueves para debatir sobre la situación en Oriente Próximo. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se mostró “profundamente impresionado por los continuados bombardeos aéreos y de artillería de Israel en Gaza y por los disparos indiscriminados de cohetes por Hamás”, informa Reuters. En una intervención ante la Asamblea General, Guterres denunció que las hostilidades habían causado graves daños a las infraestructuras civiles, por lo que más de 50.000 personas han tenido que abandonar sus hogares en medio de los ataques.

La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfied, defendió ante la Asamblea General que su país “ha respondido a esta crisis centrándose en lograr el fin del conflicto lo más rápidamente posible”, informa Efe. “No creo que haya ningún otro país que haya hecho más”, insistió la diplomática ante las críticas de otros miembros del Consejo de Seguridad, donde Washington ha frenado varios intentos de sacar adelante una declaración de consenso pidiendo un alto el fuego. EE UU descartó secundar una propuesta de Francia en el Consejo para exigir a ambas partes que detengan los combates, al tiempo que expresaba su confianza en que se va a confirmar la desescalada. (El País)

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