El número de muertos por los derrumbes e inundaciones provocados por las lluvias en la costa de San Pablo, Brasil, ascendió ayer a 54, de los cuales, 13 son niños. Los rescatistas continúan trabajando en la búsqueda de decenas de desaparecidos bajo las montañas de lodo.
El Gobierno brasilero informó que existen al menos 4.066 personas que perdieron sus viviendas por los derrumbes siendo las zonas más afectadas las del municipio de Sao Sebastiao, las playas de Barra do Sahy, Cambury, Camburizinho y Baleia.
Las consecuencias políticas y judiciales sobre la tragedia gira en torno a cómo se habilitó la instalación de barrios en lugares de riesgo: propietarios de mansiones y comercios en la exclusiva playa de Maresías - principal polo de surf en San Pablo - se opusieron recientemente a la construcción de viviendas populares para desalojar de las laderas de los morros a las personas que viven en favelas.
La fiscalía también denunció que hace cuatro años que se emiten alertas de derrumbes y que no fueron ejecutados los planes de los gobiernos regionales para remover a las poblaciones.
La mayor parte de los muertos en Sao Sebastiao son personas que vivían allí ofreciendo servicios para el turismo de lujo y que instalaron casas precarias en los morros.
El domingo pasado, en menos de 24 horas, los municipios de Sao Sebastiao, Ubatuba, Caraguatuatuba, Ilhabela y Bertioga recibieron más de 600 milímetros de lluvias, el doble de lo esperado para febrero.
Fueron las lluvias más fuertes de la historia de Brasil, según los registros, incentivadas por vientos que venían de la selva serrana y del Océano Atlántico.
Los derrumbes y las lluvias rompieron los trechos de las tres rutas que conectan la región del litoral norte paulista con las principales grandes ciudades cercanas como San Pablo, Santos y Sao José dos Campos.
La estratégica carretera que une a Río de Janeiro con el puerto de Santos está destruida en varios puntos.
El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió 11,2 millones de dólares en ayudas y para reconstrucción, además de haber colocado a disposición el portaaviones más grande de la Armada en el puerto de Sao Sebastiao, como un centro de atención médico y provisión de víveres a la población.
El gobernador de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, admitió que el sistema de alertas mediante mensajes de texto a los celulares fracasó y es por ello que defendió la utilización de sirenas, como ya ocurre en otras zonas con tragedias de derrumbes por lluvias, como Petrópolis, en el estado de Río de Janeiro, donde las lluvias en enero de 2022 provocaron 216 fallecidos.
El ministro de Integración y Desarrollo Regional, Waldez Góes, dijo que existen 4 millones de personas en Brasil viviendo en zonas de riesgo y que la gestión del expresidente Jair Bolsonaro había retirado el presupuesto para atender a las emergencias y a la prevención de desastres.
La región sudeste de Brasil -San Pablo, Minas Gerais, Río de Janeiro y Espirito Santo- registra de diciembre a marzo la temporada de lluvias tropicales.
Red de Medios Misiones | Minuto Uno