En la semana entrante, llega al recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, la “Ley Ómnibus” para ser tratada en medio de un tenso clima de negociaciones que dejó al descubierto la inexperiencia de La Libertad Avanza. Desde el bloque Innovación Federal se observaron grandes muestras de coherencia política, racionalidad y sobre todo, de un profundo respeto a la voluntad popular expresada en las urnas en las pasadas elecciones.
(*) Por Nicolás Marchiori
La búsqueda y consolidación de la paz está en la esencia de cualquier pacto social. Acotar las divisiones, enmendar errores y reparar daños, desalentar los enfrentamientos, sanar rencores y resentimientos, levantar a los caídos e incluir a los marginados y, en lo posible, neutralizar todo motor de violencia, constituye la esencia de un buen gobierno y cimenta cualquier programa que aspire a un futuro viable.
El teórico británico Bernard Crick cita de la Política de Aristóteles, la idea de una “una buena polis”. Propone una clase de unidad que supone que la sociedad civilizada es inherentemente pluralista, que vivir juntos dentro de esa sociedad implica negociación y conciliación de intereses “naturalmente diferentes” y que “normalmente es mejor conciliar diferentes intereses que coercionarlos y oprimirlos perpetuamente”.
La visión de Crick busca ampliar los horizontes humanos y multiplicar las posibilidades de tener una vida mejor. En efecto, y considerando la idea desarrollada podríamos decir que la clase de unidad más prometedora es la que se logra, día a día, por medio del debate, la negociación y la concesión entre valores, preferencias y modos de vida y de autoidentificación de muchos y diferentes miembros de la polis.
Por su parte, la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, expresa en su obra “Towards a Green Democratic Revolution. Left Populism and the Power of Affects” que en oposición al enfoque que postula que la democracia consiste en afianzar procedimientos para alcanzar un consenso inclusivo, la visión agonista concibe la política democrática como la consolidación de instituciones que permitan transformar el antagonismo en agonismo: es decir, una expresión agonista del disenso.
La confrontación agonista difiere de la confrontación antagonista, no porque la primera le permita un posible consenso, sino porque el oponente no es considerado un enemigo que debe ser destruido, sino un adversario cuya existencia se concibe como legítima.
En virtud de lo expresado por Mouffe, el desafío para la democracia es establecer la distinción “nosotros/ellos”-que es constitutiva de la política–, de un modo compatible con la aceptación del pluralismo. Como lo expresó oportunamente Marcel Mauss, el objetivo es “oponerse sin eliminarse entre sí”. Lo que está en juego en la lucha agonista es la configuración de las relaciones de poder que estructuran un orden social y el tipo de hegemonía que estas construyen.
En los últimos años, vemos una Argentina atravesada por una polarización y una radicalización exacerbadas por vía, sobre todo, de las redes sociales. Han creado un paisaje en el que los enunciados afables y comunes experimentan dificultades para hacer pie en el discurso público, incluso si son perfectamente verdaderos.
Tal vez sea más importante que nunca, hacerlos y repetirlos una y otra vez, no en tweets, donde sabemos de antemano que, en el mejor de los casos, no gustarán y, en el peor, recibirán un castigo brutal, sino en cada una de nuestras acciones diarias, lejos de la competencia por ver quién grita más fuerte en el debate público y, más como un acto de fe.
En este tiempo de mucho ruido, intolerancia hacia la otredad y altísimo nivel de confrontación, Innovación Federal, desde la experiencia reciente, demuestra que existe una esperanza en la era de los extremos.
Coherencia política y respeto a la voluntad popular
La sociedad misionera dio claros mensajes en las urnas durante el año 2023. En primer término, en las elecciones provinciales del mes de mayo, reafirmó con contundencia su preferencia por el proyecto político llevado adelante por la Renovación y que permite a Misiones transitar un camino de transformación permanente.
En las elecciones generales de octubre, dio un nítido mensaje al elegir mayoritariamente a los diputados y senadores de Innovación Federal, como los principales defensores de los intereses de los misioneros ante el Congreso de la Nación. Y finalmente, en la segunda vuelta presidencial del 19 de noviembre, optó por Javier Milei.
En Misiones, la Renovación ha mostrado siempre un respeto irrestricto a lo expresado por la voluntad popular en cada acto eleccionario. El Ing. Carlos Rovira ha manifestado en varias oportunidades que el acto más sagrado que tiene la democracia es el sufragio y, es allí, donde se expresan los designios del soberano. La voz del pueblo es incuestionable.
Es escenario político nacional actual se encuentra atravesado por un altísimo nivel de tensión producto de la pirotecnia verbal disparada tanto desde el Gobierno como desde diferentes espacios opositores, primeramente, tras la presentación del DNU y luego con el giro de la “Ley Ómnibus” a las comisiones de la Cámara Baja. Se sucedieron semanas de debate en donde quedó a la vista un altísimo nivel de improvisación del Gobierno Nacional y la falta de “expertise” para alcanzar consensos que le permitan salir de un terreno pantanoso.
Misiones ha dado cátedra a todo el país de cómo se hace para neutralizar los efectos devastadores de la grieta y cómo se puede garantizar la paz social sin caer en peleas intestinas que no conducen a ningún lado y sólo producen el estancamiento de una sociedad que es arrastrada a lugares oscuros producto del odio y la intolerancia.
En una excelsa muestra de coherencia política, en el medio del clima hostil generado en los debates de comisiones sobre la “Ley Ómnibus”, Innovación Federal ha asumido una posición de liderazgo que permitió la construcción de un consenso crítico en torno a una norma que no satisface todas las posiciones.
El primer logro alcanzado por los integrantes de Innovación Federal fue hacerse entender en el Congreso un hecho que sobrevinientemente llevó a que desde el Gobierno Nacional decidan eliminar el capítulo fiscal y otros artículos de la tan discutida ley que perjudicaban enormemente la economía y la actividad productiva de Misiones.
Cabe destacar que el bloque misionero acompaño el dictamen de comisión, pero en disidencia, dejando constancias expresas de su desacuerdo con varios artículos que no serían acompañados en la votación en particular, a los fines de que durante el debate en el recinto sean revisados y modificados. El gobierno nacional, inicialmente se comprometió a modificarlos y posteriormente terminó retirando el capítulo fiscal del proyecto.
El acompañamiento de la ley en general se dio para garantizar que el proyecto llegue al recinto y pueda ser debatido por el pleno.
Pese a los diferentes reparos opuestos, desde el bloque de Innovación Federal, se decidió acompañar en general porque el espíritu del proyecto busca alcanzar el equilibrio fiscal, algo que la Provincia alcanzó hace 20 años con el elemento saliente de que en ningún momento las correcciones económicas necesarias para lograr dicho fin, afectaron ni causaron zozobra en los misioneros. Misiones tiene la autoridad para pararse ante el resto del país y mostrar cómo se logra el orden económico sin que la gente sea la que pague el ajuste.
Los antecedentes demuestran que la Provincia siempre tuvo conductas responsables y democráticas tendientes a garantizar la gobernabilidad de los presidentes, sin importar el color político, nunca puso palos en la rueda. Esa coherencia política de la que hace gala el misionerismo, es la que le faltó al radicalismo y al puertismo, que siempre se mostraron críticos a los supuestos superpoderes en el ámbito provincial pero ahora aplaudían y apoyaban que se lo otorgue a la Nación, incluso en detrimento de la economía de más de un millón trescientos mil misioneros.
El equilibrio fiscal misionero
Superar el endeudamiento criminal en dólares de los años 90, brindar servicios de calidad con un sistema de salud de vanguardia, sumado a la posibilidad de mantener el superávit fiscal, es algo que Misiones está enseñando a la Nación y al resto del país.
El festival de privatizaciones y ajuste de Ramón Puerta sobre el pueblo, dejó a la provincia sumida en una situación calamitosa. Al año 1999, la deuda de Misiones era de 1500 millones dólares. A eso se le debe sumar la venta de las joyas de la abuela a precio vil: Papel Misionero, el Banco Provincia y el Instituto del Seguro, entre las más emblemáticas.
El gobierno de la Renovación afrontó un verdadero proceso de reconstrucción de una Provincia en donde los empleados públicos eran víctimas de la aplicación del famoso IETE, un impuesto ilegal que le retenía parte de su salario con la excusa de una “emergencia económica transitoria”. El sector productivo estaba destruido y la industria atravesaba un proceso de anemia producto de la desregulación económica que condenaba su desarrollo.
La tarea no fue fácil, pero había un objetivo claro: equilibrar las cuentas sin pedir plata prestada y sin ajustar a la gente.
El modelo de gestión de la Provincia hizo culto a nivel nacional del equilibrio fiscal, incluso con la fuerza de una ley que prohíbe el endeudamiento indiscriminado.
La Tierra Colorada hoy exhibe un comportamiento ejemplar, no sobra nada, pero existe un Estado presente con políticas activas. Con equilibrio fiscal y una administración responsable se financia la salud, la educación, el bienestar social y la seguridad social.
(*) Abogado. Diplomado en Manejo de Crisis y en Análisis de Procesos Electorales. Especializado en Comunicación de Gobierno y Electoral. Becario de la Fundación Konrad Adenauer (Alemania) y del Centro de Análisis y Entrenamiento Político (Colombia).