Vendía chipas en la Torre Eiffel, ahora maneja drones de guerra en Ucrania

Provinciales 08 de abril de 2024 Redacción RMM Redacción RMM

Hace menos de dos meses, Maximiliano Barrientos llegó a Ucrania. El joven aseguró que logró imponer el mate y el chamamé entre los soldados.

WhatsApp-Image-2024-04-07-at-11.48.12-768x469

En 2020, Maximiliano Barrientos cobró notoriedad en los medios luego de que se viralizó una imagen suya vendiendo chipas en la Torre Eiffel. El cineasta es de Posadas, Misiones y en diciembre de dicho año viajó a Europa a fin de filmar una producción. Por la pandemia, sus planes se frustraron y debió buscar otras alternativas para vivir. Ahora, el misionero es uno de los argentinos que pelean en la guerra de Ucrania contra los rusos. 

Barrientos llegó hace menos de dos meses a Ucrania a fin de ofrecer sus servicios como piloto de drones y se encontró con una realidad que no imaginaba: falta de tecnología, armamentos, equipamiento y presupuesto. “Es todo tan precario como en Malvinas”, dijo el misionero en una entrevista exclusiva con Infobae.

Formar parte de la guerra
Respecto a su llegada al lugar, Barrientos contó que es piloto de FPV, “pero de pasión, nada más, solamente competición. Nunca pensé en ir a la guerra. Entonces me armé un plano, me armé un libro de estrategia. Y dije ‘voy a ir a Ucrania con la intención de armar un escuadrón de latinoamericanos pilotos de drones’ sin saber qué era lo que me deparaba. Llegué a Polonia, crucé la frontera y me tomó 20 minutos convencer a un comandante de lo que de lo que yo podía hacer”, aseveró con mucha convicción.

 


En ese momento, detalló el argentino, el militar ucraniano le entregó armamento, lo subió a un vehículo blindado y lo llevó hasta el que sería su escuadrón. “Firmé contrato y me pagan 3 mil euros por mes”, especificó sobre su nuevo trabajo.

La etapa que hoy está viviendo Maxi justo coincidió con un momento muy particular de su vida, que él considera como una señal. “Estaba escribiendo el guion para hacer una película sobre Malvinas y para eso entrevisté a un historiador que me hizo un repaso de todas las leyendas e historias que contaron los pilotos de aviones y ahí me envalentoné”, admitió.

“Me contó que como en Malvinas había radares que los detectaban, los hacían volar bajo; bien al ras del mar. Entonces, yo le pasé ese dato a mi comandante y lo pusimos en práctica. Empezamos a volar los drones al ras del agua para impactar a buques. Lo probamos y funcionó. De hecho, las bombas que usamos son todas de rebote, las mismas que usaban en Malvinas, solo que más pequeñas”, especificó.

El mate, un amigo de los malos momentos
Por otra parte, Barrientos contó que el mate se convirtió en un aliado durante sus días en Ucrania. “El tema del mate Malvinas también lo había estudiado para mi documental. Era la moral de los pilotos y acá en Ucrania es lo mismo. Cuando empecé a tomar mate, todos pensaron que era un narcótico porque yo comía y dormía poco y siempre estaba energético y despabilado”, señaló Maxi sobre todo el folclore que se creó alrededor de esa infusión completamente desconocida para los ucranianos. “Cuando les hice probar el mate quedaron fascinados. Ahora, un kilo de yerba no me dura ni cuatro días”, ironizó.

Las jornadas de trabajo son arduas y extensas: van de 8 a 12 horas. Y cuando llega la hora del descanso Maxi asegura que logró imponer a la cumbia y el chamamé entre los soldados al igual que el mate. Incluso, en noches de tertulia, contó que él los motiva con la historia del general José de San Martín.

El joven lleva adelante una campaña en sus redes para reclutar a más voluntarios argentinos y latinoamericanos y conseguir donaciones. “Necesitamos más drones y armamento para frenar al enemigo”, suplicó Maximiliano Barrientos.

Con información de Infobae.

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email